viernes, 31 de julio de 2009

EL CUMPLEAÑOS



6:05 am. Como cada mañana, suena el despertador. Y también, como cada mañana, me digo a mí mismo cuan innecesario es utilizar ese aparatejo por una persona que, como yo, está ya despierto bastante antes de la hora señalada. Mi cuerpo, o tal vez mi mente, después de tantos años de levantarme pronto, se ha acostumbrado a ese horario y mecánicamente está en vela mucho antes.

Es una costumbre absurda, una especie de rutina, de medida de seguridad por, si acaso, algún día, tras ocho años, no me despierto a tiempo y llego tarde la redacción.

Me levanto y, mientras me preparo para salir, pienso que me tengo que acordar de llamar a mi padre porque hoy hace exactamente 80 años que nació.

Ya está un poco cascado, sobre todo desde que a mi madre le comunicaron que tenía cáncer. Él no lo ha podido superar (pienso). Llevan tantos años juntos que no se hace a la idea de que la pueda pasar algo. “Si, es cierto ha dado un bajón en los últimos meses”, así que por nada del mundo me podría olvidar de su cumpleaños, ahora menos que nunca, sigo con mi pensamiento, mientras conduzco.

06:55 am. Entro en la redacción. Como cada día, soy el primero en llegar. Precisamente esa es mi obligación y, de ahí posiblemente, el temor a llegar tarde y toda la parafernalia del odioso despertador.

Las personas que están en el turno de noche están deseando que lleguen sus relevos para poder irse a descansar y me hago cargo de que a mí en su caso me pasaría exactamente igual.

Saludo a Luismi. Es el último compañero de ese turno en quedarse y me dice que no ha pasado nada, que todo está tranquilo. Se va, no sin antes desearme un ben día. Ocasionalmente nos enrollamos un poco más. Es un hombre de gran cultura y preparación. A veces pretende que a esas horas de la mañana, hablemos de teología o algo igualmente disparatado. Está un poco desequilibrado. Por eso le han enviado a ese turno.

07:05 am. Llega Ana. Ella es la redactora jefa de turno. Hasta las 08:00 am, somos las dos únicas personas que estamos en la redacción. Le doy las novedades, es decir nada de nada, y continúo con mi trabajo habitual. Paso a la línea las crónicas de TV, la previsión del tiempo y las efemérides del día para que los periódicos lo tengan cuanto antes.

Ana y yo llevamos ocho años compartiendo este horario y esa rutina. No se puede decir que tengamos una gran confianza pero si bastante cordialidad. Ella sabe que se puede fiar de mí y yo, aunque ella tiene mala fama, jamás he tenido queja de su comportamiento. Es una mujer atractiva, seria en el trabajo, pero en ocasiones algo insegura a la hora de tomar decisiones.

Alguna mañana, en la que no tenemos nada pendiente, me acerco a la dispensadora de bebidas y le traigo un café con leche y para mí un té. Soy adicto al té, en cualquiera de sus variedades.

Si, definitivamente, nos llevamos bien. Es curioso porque siempre he tenido mucha mejor relación con mis compañeras que con los compañeros.

Una vez que he terminado con la rutina, empezamos a charlar de banalidades, alguna broma sobre el día que nos espera y los preparativos del fin de semana, que va a estar cargado de trabajo.

07:20 am. Suena el teléfono de Ana. Es extraño porque a esa hora no suelen producirse llamadas, salvo la de algún compañero que comunica que se ha puesto indispuesto y o bien va a llegar más tarde, o que sencillamente no vendrá.

Pero no, hoy no es nada de eso.

Noto como le cambia la voz y procura que su interlocutor le aclare alguna cosa. Cuelga y me dice que llame a Protección Civil de la Comunidad de Madrid, porque parece que en la estación de Atocha ha sucedido algo, posiblemente una explosión, aunque no le han dicho si es un artefacto o cualquier otra cosa. Llamo, pero la línea está ocupada. También eso es extraño a esa hora.

"Esperemos que no sea lo que estás pensando", le digo; "esperemos", contesta, mientras ella se pone a llamar a los bomberos y yo insisto con Protección Civil. No nos da tiempo a seguir hablando.

07:25 am. Sólo han pasado tres minutos y mi vida va a cambiar por completo. Se produce una segunda llamada. La contesto, (es Luis de Protección Civil) y me dice que han ocurrido más explosiones en otros puntos de Madrid, que hay una gran confusión y que posiblemente haya decenas de muertos y heridos. Que me llamarán en cuanto sepan más detalles. Nos miramos si saber que hacer ni que decir. Estamos solos y nos sentimos solos.

07:27 am. Con los datos que tenemos preparamos un flash, es decir una noticia de una sola línea en la que se anuncia que una serie de explosiones se han producido en varios puntos de Madrid y en el extrarradio. No tenemos todavía más datos.

Seguimos llamando a todos los que nos pueden decir algo: Guardia Civil, Bomberos, Protección Civil, Delegación del Gobierno y ya no hay duda, se trata de una serie de explosiones en varios trenes de cercanías. Es una cadena de atentados.

Preparamos una segunda noticia en la que ampliamos los datos que hemos dado anteriormente. He (hemos) tenido el dudoso honor de ser los primeros periodistas españoles que han dado a conocer el atentado del 11 de marzo de 2004. La noticia salió de mi ordenador.

08:00 am. Llega el director y también muchos más compañeros de la redacción. Incluso los que estaban librando. El silencio es absoluto, las llamadas a nuestras fuentes, se hacen en un tono inusualmente bajo. La confirmación de la magnitud de la masacre nos aterra y nadie quiere ni necesita aparentar fortalezas que no existen.

Pasan las horas, llegan las noticias de la barbarie, las primeras imágenes: Atocha, Santa Eugenia, Calle Téllez...

13:05 pm. Casi 200 muertos y más de 1.500 heridos. Es el peor atentado que ha sufrido España y Europa.

14:00 pm. Recuerdo que tengo que llamar a mi padre y decirle que, desafortunadamente, no voy a poder a ir a verle ni comer juntos. Le llamo y hablo con él. Quedamos para otro día. Lo entiende perfectamente porque también ha sido periodista.

Lamentablemente ese fue su último cumpleaños y no pudimos celebrarlo. Nunca olvidaré esta fecha: 11 de marzo de 2004

13 comentarios:

  1. Me ha impresionado sobremanera esta crónica tuya, hora por hora.. saber lo que fue.. y enterarme de que por estos horribles hechos no pudíste estar al lado de tu Padre en el que sería su último cumpleaños...

    Te entiendo perfectamente, Txema, no sabes cuanto...

    Un abrazo y un beso particularmente cálido..

    ResponderEliminar
  2. Madre mía, Txema. Acabo de terminar de leer y aún tengo la piel erizada. Erizada por la forma en la cual has contado ese día aciago y erizada también por la coincidencia con ese importante día en la vida de tu padre.

    En mi modesta opinión, el mejor de tus posts hasta el momento.

    ResponderEliminar
  3. Gracias Menda, sé que lo dices de corazón, como siempre haces. Pero yo no creo que sea el mejor ni mucho menos. Y algún día, si me sigues aguantando, lo entenderás.

    ResponderEliminar
  4. María te dejé un comentario en la entrada que me has indicado. Me parece mucho más oportuno.

    ResponderEliminar
  5. Impresionante conicidencia y manera de contarlo, Txema... una enorme lástima que lo sea por esa razón, tanto por un lado como por la enorme cantidad de los otros.... La cotidaneidad serena que muestras en ese día en contraposición a lo enormemente determinante que escondía tras esos tranquilos minutos es excelente... Así suceden las cosas y así se esconden en la vida y en el mundo, a la vuelta de la esquina....

    Un saludo, Txema.

    ResponderEliminar
  6. Muy bien redactada la historia. Me he emocionado leyéndola, sabiendo como fue ese día.

    Muy emotivo

    Besos Txema.

    Sara.

    ResponderEliminar
  7. Txema querido no se porque razón se me había escapado esta crónica tuya que acabo de leer.
    Como dicen tus anteriores comentaristas, es de tal fuerza tu relato que te deja casi sin respiración. Doblemente dramática, por el terrible atentado y porque ello te impidió celebrar lo que tu no sabías: el último cumpleaños de tu padre.
    Realmente Txema es sobrecogedor. Sin embargo y a pesar de todo, lo más importante es que tu sepas que tu padre recibió de ti cuanto tu pudiste darle, no cuanto el esperara porque eso es imposible pero si lo que tu querías que él recibiera de ti y tu por tanto se lo proporcionaste.

    Yo creo que ahí esta la cuestión. Tengo una madre maravillosa muy ancianita, que es como un tierno muñeco, no nos reconoce pero es sensible a la ternura, al tacto, al susurro. Por eso hablo con algo de conocimiento.

    Txema anímate. En tus escritos se nota tu intensidad, quizá también tu dolor... Déjalo ir. Ahora tienes un presente y es el que debe ocuparte. Es el aquí y ahora el que nos debe ocupar para que el futuro sea más placentero.

    Siento no haber venido antes a leerte. No me di cuenta porque te tengo registrado por el otro blog. Lo resuelvo ahora mismo.

    Un beso muy especial

    ResponderEliminar
  8. Hola Txema vaya fecha fatídica, la tengo grabada en el cerebro, fué de espanto, lo de tu padre es tristísimo porque siempre te quedará en el corazón el que no pudieses estar con él en su día, que pena !.Un beso muy fuerte.

    ResponderEliminar
  9. Quiero daros las gracias a todas y, a Troll, evidentemente.

    Todavía no sé si ha sido una buena idea escribir esta entrada. Remover esos recuerdos no es agradable y yo también pase un mal rato al escribirlo. No os podéis imaginar hasta que extremo...

    Por otro lado, no tiene mérito alguno escribirlo con más o menos acierto. Al fin de cuentas llevo escribiendo casi treinta años y vivo de eso. Anónimamente, pero es lo mismo.

    Tampoco sé si al final no acabará este blog convertido en una especie de "cahier de doleançes", en el que yo mismo cobre un excesivo protagonismo. Eso sería un error y grave, por cierto. No quiero protagonizar nada.

    Si hablo/escribo en primera persona es porque he sido testigo, a veces sin desearlo, de hechos que han tenido una importancia extraordinaria en el discurrir de la historia y nada más.

    De todas formas os reitero mi agradecimiento por vuestra compresión y por vuestras palabras de ánimo.

    Si a veces me pongo pesado no tardéis ni una segudo en advertírmelo.

    ResponderEliminar
  10. Me permito haceros una sugerencia a todas, excepto a Menda, María y Troll que ya los han disfrutado.

    Me gustaría que leyeraís una entrada antigua que trata de un viaje a Burgos. A ver qué os parece. Yo creo que es la más interesante. Menda cree que es esta última. Ya me contareís.

    ResponderEliminar
  11. Bon día nen. Acabo de leer tu viaje a Burgos, mejor dicho tu aventura que aunque no sea espacial para tí fué de lo más interesante y es que hay que reservar siempre, suerte tuvisteis de la pensión.Me ha gustado saber esta experiencia vuestra.Petonets.

    ResponderEliminar
  12. Pero, ¡ya estás levantada!

    petons maca

    ResponderEliminar
  13. Pienso...que el papá lo lamentó más.

    Uno no espera que los hijos estén pendientes de nosostros, que bah!!!

    Pero es único....pegar un grito de s.o.s. y que acudan al instante.

    Saludos

    ResponderEliminar