domingo, 22 de enero de 2012

UNA CARTA DEL VIAJERO

Nuestro, creo que ya conocido amigo el viajero, me ha enviado una carta desde uno de sus retiros por tierras burgalesas. Os la reproduzco porque me parece que puede ser interesante. He omitido algunos comentarios que son de orden muy personal y cuya retirada no afecta al conjunto del texto. La carta original está manuscrita, así que es posible que haya cometido algún error al transcribirla. Perdonad si es así.





Mi querido amigo:


Espero que tu proceso gripal haya tocado a su fin y tu salud esté, en la medida en que esto es posible, definitivamente restablecida. Nada me produciría más satisfacción.


Te escribo desde este convento burgalés del que ya te he hablado en otras ocasiones. La verdad es que necesito unas jornadas de reflexión, paz y sosiego, tras los acontecimientos que he vivido en los últimos tiempos y que ya conoces (….)


Pero, incluso aquí, en la paz de estas habitaciones conventuales, rodeado de estas monjas de estricta regla benedictina y que, por cierto, cada día son menos numerosas, me he enterado de una noticia que me ha llevado al recuerdo de nuestra ya muy alejada adolescencia.


He leído un artículo tuyo, (….) en el que haces una breve reseña de la historia de Kodak, la compañía que ahora se ha declarado en quiebra. Yo, como tú, siento tristeza por este hecho, no porque tenga intereses en esa multinacional sino porque, de alguna manera, logró hacernos la vida más agradable durante muchos años y, de paso, iniciarnos en ese mundo maravilloso de la fotografía.


Me acuerdo especialmente del verano de 1972, cuando estábamos en aquel pueblo de la sierra madrileña, pasando nuestras largas vacaciones estivales. Como habías aprobado todo el curso de forma impecable,  tu padre te regaló una kodak instamatic, con sus correspondientes cubos flash.


¡Con que emoción me lo contaste! Ese verano podríamos hacer fotos de todos los sitios a los que fuéramos, incluso con poca luz. No habíamos caído todavía en la cuenta de que después de hacerlas llegaba la hora del revelado y nuestros ahorros no daban para mucho.


Foto: wikipedia


Y, en efecto, así fue. Durante muchos días fotografiamos todo lo que nos salía al paso. La mayor parte de las veces sin sentido y con precipitación de tal forma que, en muchas ocasiones, las fotos salían fatal, pese a lo fácil que era manejar esa cámara.


Recuerdo que en alguna ocasión estaban tan disparatadamente hechas que el laboratorio no nos cobraba el positivado porque dudaban de si su trabajo había sido correcto, ya que, cuando perplejos nos preguntaban quién había sacado las fotos,  contestabas “mi padre”, que era quien pagaba el revelado finalmente.


Así fue hasta que llegó Pilar ¿Recuerdas?


Era casi una niña (…) y todos nos concentramos en ella, mientras que ella se concentro en ti. Y entonces todo cambió en un instante, en un “clikr”. Las fotos de la instamatic ya no fueron para los paisajes serranos, la fuente de la calle mayor, o las de las chicas que iban a la piscina municipal que, por cierto, hacíamos de tapadillo.


Desde ese momento, el protagonismo pasó a ella: Pilar se baña, Pilar tomando el sol, Pilar sale de la piscina, Pilar se ríe, Pilar comiendo un bocadillo de sardinas…


No lo tomes en absoluto como un reproche, porque no lo es, sino como la constatación de un hecho. Pilar prefirió tu compañía quizás porque, eras el más serio de todos nosotros, que sólo pensábamos en el fútbol (….) mientras que tú sólo pensabas en ella. Fuiste sabio.


Pero, reconocerás, que la kodak instamatic también jugó su papel, estoy convencido. Fue un arma “temible” porque era una especie de adorno que mejoraba un producto, que ya de por sí,  era interesante. Y lo digo con total sinceridad.


Ahora, leo con tristeza que,  aquella empresa que puso la foto al alcance de todos, ha quebrado y que su futuro es muy incierto. Lo siento de verdad, sobre todo,  por quienes viven de ella, pero también por la gran cantidad de personas que, de alguna forma,  debemos a Kodak haber podido tener en alguna vez en nuestra vida la compañía de alguna Pilar,  y pasado el tiempo,  su  amable recuerdo en  una foto.


La instamatic pasó al baúl de los recuerdos, o se perdió en la noche de los tiempos; hoy es sólo objeto de colección. No me gustaría que Kodak se perdiera para siempre víctima del olvido.


Recibe un fuerte abrazo de tu amigo y nos veremos a mi vuelta para hacer unas cuantas fotos.

Enero de 2012