lunes, 12 de agosto de 2013

TUS OJOS AZULES





Extraño cada amanecer
el azul de tus ojos
que rivaliza con la mar
que te acompaña.

Y las caricias de tus manos
que me dan el primer calor
de la prematura mañana.

Y tus suaves besos
que me despiertan
con un rumor lejano
de brisa y oleaje.

Espero tu amor
cada día, cada noche
entre estrellas y soles.


martes, 1 de enero de 2013

LA VISITA



La niebla, aunque a esa hora de la mañana ya no era muy intensa, si se dejaba percibir claramente y daba un aspecto extraño, mezcla de tristeza y soledad,  al viejo cementerio de aquel pueblo.

El viajero sintió frío, un frío extraño,  provocado más por el silencio absoluto,  que por la niebla y la humedad;  un frío que se generaba en el interior de él mismo y que era mucho más intenso que el exterior.

Había decidido hacer una visita inaplazable,  una especie de recordatorio necesario. Y así,  se acercó lentamente hasta la entrada,  donde todavía estaba la misma puerta metálica pequeña y absolutamente descolorida  que daba acceso al anterior.



Una puerta pequeña es lo que corresponde a un cementerio pequeño. 

Se aproximó hasta un reducido espacio de tierra oscura,  donde no había ni una lápida ni una cruz, ni cualquier otro signo de que allí hubiera alguien. Sin embargo, sobre la tierra un pequeño rótulo de metal, ya muy envejecido,  contenía la explicación de esa visita. “Aquí está enterrado el amor”.

El viajero contempló el rótulo con el mismo sentimiento que el día en que lo colocó.

Recordó que exactamente 35 años atrás, puso allí esa leyenda, ese pequeño rótulo en un espacio de tierra para que sirviera de recordatorio.

Aún recuerda el semblante, mitad de asombro, mitad de espanto, del encargado de aquél cementerio pequeño en un pueblo casi deshabitado, cuando el viajero le dijo que quería comprar un espacio de tierra solo para colocar un cartel a modo de recordatorio: “Aquí está enterrado el amor”. Han pasado 35 años.

El viajero,  despacio, sosegado,  y todavía envuelto por la niebla,  abandonó definitivamente el cementerio. Sintió el frío del exterior y el cartel en una mano.