Durante un viaje que he efectuado recientemente, entre otros lugares, por las Encartaciones vizcaínas, zona que pese a haber vivido muchos en el País Vasco conocía bastante mal, me ha asombrado hasta qué punto puede llegar el ingenio de las personas en los casos de necesidad, sobre todo si se trata de comer.
Hace ya muchos años, como se diría en un cuento de esos que ahora Vargas llosa y Pérez Reverte quieren escribir para los niños, hubo un tren minero que llevaba el carbón desde el norte de León hasta los altos hornos de Bilbao. Fue el famoso tren de La Robla que después también sirvió para llevar a los inmigrantes desde esas deprimidas zonas leonesas y castellanas hasta la industrializada Vizcaya.
Es recordado aún ese recorrido por su dureza, que se hace en vía estrecha (un metro de ancho) ante la imposibilidad de construir una vía más ancha dadas las características orográficas del terreno. El caso es que la distancia entre la capital vasca y el pueblo leonés, de poco más de 300 kilómetros, se tardaba en cubrir hasta 12 horas. Hoy tampoco es moco de pavo, pues se invierten nada menos que siete.
En esas condiciones se puede deducir fácilmente que los viajes para los maquinistas y empleados de la compañía eran cuando menos complicadas por lo que se refiere a una necesidad tan básica como era la alimentación y, es aquí, donde surge el ingenio ferroviario que ahora se ha convertido un atracción gastronómica.
Evidentemente para los pasajeros era igualmente duro pero, en los vagones, era más factible arreglárselas para poder comer de alguna forma.
La putxera ferroviaria, también llamada olla o puchera, según la zona de la que se trate, es una cazuela grande, inventada por los maquinistas de la compañía que hacía el mencionado recorrido. Lo interesante de esa putxera es que mediante un dispositivo realmente ingenioso, podía usar o bien el vapor de la caldera de la locomotora, o bien el carbón de la misma, con lo que se podía preparar un buen plato de legumbres con sus respectivos sacramentos.
Generalmente los maquinistas usaban el vapor, mientras que los restante empleados que viajaban en el último vagón, llamado de frenado, usaban carbón Porque, evidentemente, el vapor no llegaba hasta su posición.
Se hace la putxera (utilizaré el nombre vasco) con una buena cantidad de alubias cuyo tipo puede variar según la zona de procedencia de los ferroviarios. Si son vascos, vendrán de Tolosa en Gipuzkoa o de Gernika y, en ambos casos, serán de un color casi negro y de tamaño más pequeño que las de Castilla y León. Y, por supuesto, se cocinan con morcilla, chorizo, oreja, panceta y algo de verdura y cinco horas de cocción. Se comerá primero la alubiada y después habrá que hacer sitio para el resto.
En otras zonas, como el norte de León, Palencia y Burgos, además de Cantabria, las alubias eran pintas o blancas, con iguales aditamentos. También se solían usar garbanzos o lentejas, igualmente abundantes en esas comarcas.
El éxito de ese tipo comidas ha pasado a nuestros días y hoy, por ejemplo en la vizcaína Balmaseda se hacen concursos anuales de putxera, donde caen varios kilos de babarruna beltza (alubia negra en euskara) y litros de vino, que es lo mejor para hacer una buena digestión.
He tenido la oportunidad de probar esta putxera y, desde luego, es una manjar digno de los mejores restaurantes. Eso sí, hay que estar bien preparado porque, al revés de lo que ocurre en muchos comedores, aquí la ración es grande y el plato normal.
Como se puede apreciar en la foto (mía) la putxera es una olla encastrada en un artilugio de hierro, con el carbón en la parte baja.
Desconocía este invento,aunque no el resultado de semejante condimentación. Las alubias pintas en el norte de Palencia se preparan de maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Qué buen invento! Con decirte que hasta me gustaría ser maquinista para probar esa olla podrida. jajajaja
ResponderEliminarAbrazo
Muy interesante la historia de la Putxera! Siempre nos cuentas cosas interesantes y para mí, desconocidas!
ResponderEliminarQué historia sorprendente! Gracias por la explicación final porque no discernía el detalle en las fotos. Por lo que entiendo es la olla metida dentro del artilugio que me ha recordado una de esas estufas de leña. Y bueno, la cuestión de los trenes en el norte es un poco de vergüenza todavía.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que os haya gustado esta entrada. Os puedo asegurar que he tenido ocasión de probar las alubidas y ¡Madre de Dios! que maravilla.
ResponderEliminarMaría, lo que cuantas de tu abuelo es normal. Ten en cuenta que los maquinistas de la zona que describo soportaban (y aún hoy) temperaturas de 20 grados bajo cero. En Ronda no hace tanto frío. Me parece.
Pero me gustaría saber que llevaba tu abuelo en la cestita. No podías contar algo ¿no?
un saludos a todas y todos
Quedo a la espera.
ResponderEliminarbesos
Pues sí, que buen invento, me ha encantado!!!
ResponderEliminarbesos y abrazos de tu niña gallega
sara
Querido Txema, yo tampoco conocía putxera y supongo la maravilla de probar las alubias cocinadas ahí.
ResponderEliminarConozco algo de las encartaciones pero no conocía este maravilloso invento.
A pesar de que son horas de desayunar, me encantaría hacerlo con un buen plato de alubias así cocinadas.
Un beso
Txema:
ResponderEliminarNo tenía conocimiento de la puxtera, pues anda que no cambia nada de hacer la comida en un lugar que en otro, estará bien rica la comida echa desde ahí.
Igual que de hacer, por ejemplo, una paella en una paellera que en la olla, menudo rica que está en la paellera, o comidas que se hacían antes en las cazuelas de barro...
Gracias, Txema por este post.
Besos.
Te dejo aquí algo que acabo de comentarte en mi blog:
ResponderEliminarTxema:
¿Nos podrías decir en qué países más está regularizada la prostitución? serían datos interesantes, y me encanta aprender.
Txema:
ResponderEliminarMe parece muy interesante la información complementaria que nos aportas, no tenía ni idea de todo ello.
Muchísimas gracias.
Un beso.
María me alegro de que te haya gustado mi comentario. La verdad es que ha sido un viaje muy interesante, he conocido sitios muy curiosos y costumbres nuevas para mí.
ResponderEliminarSi me animo ya contaré mas. Y, sobre todo, si tengo tiempo.
besos.
Por estos lares le llamamos porotos a las alubias.
ResponderEliminarEl plato que comentas, se parece mucho a la famosa "feijoada" de origen brasileño. Es muy rico y nutritivo.
Te cuento que tengo una planta de alubias en el jardín de mi casa.
Me encantó la historia que contaste, muy pintoresca.
¡Saludos y bon appétit!
Muchas Gracias Total
Ultimamente todo se vuelve nostalgia, Joan Baez, el tren minero... la edad....
ResponderEliminar¡Mierda, las pastillas!
No sé si seguira siendo bueno para mi salud, pasear por los blogggg.....sss, ya lo decía yo...It´s too late...
ResponderEliminarSi ya lo dice el refrán popular... "El hambre agudiza el ingenio" parece mentira cómo cambia el sabor de la comida dependiendo del sitio donde se cocine...
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios. Y si es cierto eso de que el hambre agudiza el ingenio. Ya lo creo.
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