domingo, 7 de marzo de 2010

TRUJILLO, PATRIA DE PIZARRO

Los días en Extremadura llegaban a su fin. Desgraciadamente la Semana Santa se acababa y, con ella, las pequeñas vacaciones que permitían una breve interrupción descanso en el curso escolar o, en el en el caso de los trabajadores, de las duras jornadas laborales.

Por tanto, tocaba regresar a Madrid y prepararse para resistir la correspondiente aglomeración de vehículos. No es que entonces hubiera muchos coches, lo que pasaba es que las carreteras estaban muy mal preparadas e, incluso con poco tráfico, ya estaban saturadas. En ese tiempo (1970) un carril en cada sentido y gracias.

Estas pequeñas excursiones tenían, de eso me acuerdo perfectamente, una función pedagógica que invariablemente se traducía en una serie de preguntas relacionadas con los lugares por los que pasábamos o que eran nuestro destino final. Era una especie de “ora et labora” para que no todo fuera ocio.

Durante las comidas o las cenas las conversaciones giraban casi siempre en lo que habíamos visto durante el día, pero siempre desde una perspectiva relacionada con el aprendizaje, con el conocimiento, con no pasar por la vida como una simple maleta. Claro que eso lo percibo ahora pero, entonces, era un poco rollo.

Así, por ejemplo, al cruzar por un puente que atravesara el Tajo, surgía la voz de mi madre que preguntaba dónde nace, dónde desemboca y los principales afluentes del Tajo. Daba igual que estuviéramos en Aranjuez, en Toledo o en cualquier otro los sitios que ese maravilloso río recorre hasta llegar a esa ciudad, para mí grandiosa, que es Lisboa. Y así prácticamente por cada lugar más o menos significativo.

Había pues que estar muy atento y ser raudo en la respuesta a fin de no recibir el correspondiente rapapolvo y la admonición subsiguiente, seguida de la amenaza de dedicar horas extras al estudio de la geografía o la historia. Las denominadas asignaturas de ciencias quedaban excluidas por pura lógica.

Nuestro destino era Trujillo, la patria de Pizarro, según los manuales de historia de la época y que era, además, la frase que contestaba de forma correcta a la pregunta esperada: Trujillo ¿Patria de?

Curioso eso de la patria de Pizarro, en un país en el que la única patria posible era la España “una, grande y libre” del dictador Paco Franco. En fin contradicciones de un régimen que tuvo bastantes.

Aún hoy, y han pasado casi 40 años, recuerdo la impresión que me produjo ver la Plaza Mayor de Trujillo que me pareció algo majestuoso, fuera de lo normal, lo nunca visto hasta entonces. La verdad es que constituyó toda una grata sorpresa.

Acostumbrado a las plazas cuadrangulares de Madrid y otras ciudades que tenían ese tipo de arquitectura, los espacios abiertos trujillanos, la forma irregular, los palacetes y las casas señoriales me parecieron excepcionales. Y, por supuesto, todo bajo la atenta mirada de Don Francisco (este se merece el Don) montado en su caballo.

Lamentablemente el tiempo apremiaba y la vuelta a Madrid nos impidió efectuar un recorrido por toda la ciudad para visitar, contemplar e impregnarse de todos los monumentos y de toda la historia que allí está encerrada.

Tras una buena comida en un restaurante de la plaza mayor, que aún hoy existe, vuelta a casa, cargado de recuerdos, de historia y de algún sustillo como el sucedido a la entrada de Cáceres.

Por supuesto, he vuelto muchas veces más a Trujillo, la última hace muy poco (menos de un año) y siempre la Plaza Mayor me produce la misma sensación imponente que aquel primer día. Sinceramente su tuviera que elegir una ciudad extremeña, sin que por ello desprecie a las demás, me quedaría con esta patria de Pizarro.

9 comentarios:

  1. ACLARACIÓN: Debido a un fallo mío, este comentario apareció originalmente dos veces. Así me lo advirtió Susana (Tres cosas hermosas) y lo he rectificado.

    Lamentablemente también he perdido el comentario de Susana, lo que me produce bastante enfado. En fin, lo siento y sólo se debe a mi torpeza con estas histoais informáticas.

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  2. Trujillo es precioso. Supongo que el restaurante al que te refieres es uno que lleva la tira de años abierto, ¿La Troya?.
    De tu voz se denota una queja sobre el didactismo de los viajes, pero a mi me parece enriquecedor (tal vez no sea cuestión de preguntar donde desemboca nada, pero al menos sí comentar lo que uno va pisando).
    Besos

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  3. La Troya, efectivamente, ese es el sitio. Y se come de maravilla y no muy caro.

    Vamos a ver, no estoy en contra del didactismo, pero comprenderás que los 400 kilómetros que separan Madrid de Badajoz dan para muchas desembocaduras, necimientos, comercas y sus capitales, etc.

    Saludos

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  4. No te preocupes Txema, por lo del comentario borrado! Que tengas un feliz domingo!

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  5. Txema, me ha encantado irme contigo de viaje. Por cierto, es mi gran afición. Me gusta Extramadura toda ella pero efectivamente Trujillo tiene algo especial y su plaza parece que te trasportara a tiempos lejanos.
    Sigue contándonos. Me encanta
    Un beso ya en final de domingo

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  6. Txema, es un placer viajar contigo. Nunca he estado en Trujillo, pero me encantaría, lo describes tan bonito, tan especial.

    Un placer siempre leerte!!

    besos y abrazos de tu niña gallega

    sara

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  7. Me alegro de que os agraden mis comentarios. La verdad es que Trujillo me sigue causando, cada vez que voy, una sensación muy especial.

    besos a todas.

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  8. y el coment. anterior que te deje, no aparece.
    Que raro. Y me apunto Trujillo.... van sumando, van sumando. Gracias pro hacermela conocer.
    besos

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  9. Hola Myr. A veces ocurren cosas extrañas con los comentarios. También dejo algunos que luego no aparecen.

    ¿Tendremos algún duende?

    besos

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