lunes, 7 de diciembre de 2009

UNA LLEGADA ACCIDENTADA

La breve charla con el pastor no tuvo más consecuencia inmediata que avivar al recuerdo de mi madre sobre los problemas que un hermano suyo, que había sido gobernador civil de Badajoz hasta 1952, tuvo con el caciquismo extremeño, claramente reacio a cualquier tipo de cambio, por mínimo que fuera, en las relaciones sociales y económicas de esa región, hoy comunidad.

Continuamos, pues, nuestro camino hacia Cáceres; una clamando contra tanta injusticia social y el resto callados, supongo que cada cual con sus reflexiones. Había que continuar sin más tardanza porque un compañero de mi padre nos esperaba para, durante nuestra estancia en esa ciudad, servirnos de guía.

Pero el destino nos deparaba una sorpresa. El que imagino ya famoso dauphine no quiso perder algo de protagonismo y, justo a la entrada de Cáceres, por la avenida de Alemania, que no sé si hoy se llama todavía así, nos dio un buen susto, ya que, aparentemente se quedó sin frenos.

Gran sobresalto; todo transcurrió en pocos segundos. La tensión nos mantuvo en total mutismo hasta que intuimos que el coche se detendría sin demasiados problemas porque, afortunadamente, en ese momento iba ya despacio por ser una zona urbana y además desconocida.

La peripecia acabó de forma algo innoble y de mala manera porque, al final, se produjo un leve encontronazo con un coche que estaba aparcado, gracias al cual conseguimos parar definitivamente y relajarnos un poco. ¿Qué había pasado?

Urgentemente, puesto que era jueves santo, y al día siguiente no habría la menor posibilidad de avisar a un mecánico, hubo que localizar a uno que por allí trabajaba y comprobó los frenos. Estos estaban, aparentemente en perfecto estado de revista porque el coche frenó con eficacia tras ser sometido a varias pruebas.

Así que jamás se pudo aclarar si el fallo fue realmente de coche o del conductor, sospecha esta última que se extendió como un reguero de pólvora. Sin embargo, la versión oficial (y aceptada) fue que por algún motivo desconocido una burbuja de aire se coló en el circuito de los frenos justo en el momento de ir a frenar en la avenida de Alemania.

Pasada la alarma, nos encontramos con el compañero de mi padre de quien, lamentablemente, no recuerdo el nombre, algo verdaderamente injusto para con una persona que, en todo momento, nos atendió con una amabilidad digna del noble pueblo extremeño y de cuya probidad ya el pastor había dado buena prueba.

Mi inicial decepción, por no poder gozar visualmente de las playas mediterráneas, se iba transformando poco a poco en cierta curiosidad ante los acontecimientos y las personas que nos iban saliendo al encuentro. Empecé a interesarme por el viaje.

Lo cierto es que, como a casi todos los estudiantes de mi época, el conocimiento de la geografía hispana se reducía a las explicaciones más bien parcas de los libros de SM, que eran los que yo usaba en aquel tiempo en el que, por cierto, había dejado de ser autodidacto para pasar a un colegio normal en que continué mis estudios de bachillerato.

Así que Extremadura se reducía a ser una región con dos provincias, en la que se producían buen jamón, tabaco y poco más. Eso sí, era patria (decía exactamente eso) de conquistadores que habían dado gloria a España.

En cuanto a sus gentes, tenían la reciedumbre que les proporciona su tierra árida y su clima, duro tanto en invierno como en verano y, como estaban poco industrializadas, se veían obligados a emigrar. A tanta mentira se limitaba mi conocimiento de esa tierra. Eso sí, había que memorizar, comarcas, ríos y pueblos, densidad de población y provincias limítrofes.

A veces me pregunto si la incomprensión que en ocasiones se pone de relieve entre los pueblos ibéricos, no es fruto de esa etapa negra de nuestra historia en la que, deliberadamente, se nos caracterizó y encasilló con tanta mentira y lugar común.

Así que, lamentando el olvido del nombre de persona tan grata, seguiré con el periplo extremeño en mejor ocasión, porque la evocación de tanto disparate me ha apartado de mi intención inicial y necesito recopilar algún recuerdo y tampoco deseo alargar el texto más de lo debido.





11 comentarios:

  1. ¡Qué suerte tener la capacidad de compartir los recuerdos con esa claridad!
    ¡Qué bien explicado, contado, redactado...!

    Gracias

    Un saludo

    Pilar

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  2. Gracias a tí Pilar, por tu amabilidad y tus palabras. Realmente me alegro de poder compartir con vostros estos recuerdos que, de otra manera, quedarían solamente en mi memoria.

    No es que tengan excesiva trascendencia y, a falta de una buena tertulia, pretenden sustituir ese hábito por el de la rememoración escrita.

    un saludo

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  3. Qué bien lo relatas, Txema! A ver cuando nos cuentas más... aquí estaremos, esperando!

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  4. Estos textos tuyos, más que largos, se convierten en cortos y en una delicia para los ojos y el alma. No dejes de deleitarnos con cosas así.

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  5. Bonita aventura que ya nos iras contando, no obstante el dejar la playa atrás hizo que conocieras otros lugares tambien bonitos, con los años ya te pusiste al día en lo que a la playa compete, tus magníficas vacaciones en la Costa Brava hacen olvidar aquel pequeño disgusto que te dieron.Petonets.

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  6. Hola a todas: gracias por vuestros generosos comenterios, tal vez demasiado, pero bueno me alegro de que estos reletos no os parezcan las batallitas del abuelo cebolleta. Por lo menos por ahora.

    PD: Gèni ¿ya has vuelto de esquíar?

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  7. Aunque siempre llego tarde últimamente, nunca dejo de leerte. Este capítulo como los anteriores me ha entusiasmado. Como en aquella época negra y oscura se enseñaba la geografía y la riqueza de las distintas regiones, era un horror que aún se paga.
    Estupendo que descubrieras esa maravillosa tierra extremeña.
    Sigue con tus relatos, querido Txema. Nos encanta a todos, como puedes observar.
    Un beso

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  8. Me encanta querido Txema!! Yo también espero ansiosa la continuación

    besoss y abrazos de tu admiradora gallega

    sara

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  9. Hola Txema,

    Sin tiempo de leerte en este momento, te enlacé.

    Venir de la mano de Antonio es una excelente carta de presentación: Te doy la bienvenida.

    Un fuerte abrazo

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  10. Ahora regresé para leer el texto:

    Justamente los prejuicios se forman por eso, por la desinformación. Hablando la gente se entiende y..... escuchando.

    Cuan importante es entender el universo simbólico del otro, escuchando de forma genuina.

    Un fuerte abrazo y muy Felices Fiestas-

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  11. Recriminabas acertadamente esta mañana que me metiera en el Janucá y obviara mi adorada Cáceres. Sólo tengo una excusa, no me podía pasar mucho, porque estaba en la oficina. Sobre tu texto apunto varias cosas:
    1. Estoy intrigada por saber quien era tu tío.
    2. Me parece muy feo que hagas correr innobles rumores sobre la conducción paterna. ¡Vergüenza debería darte!. Ja, ja, ja.
    3. Lamantablemente todavía hay algún que otro cacique y amantes de los cortijos (en el peor sentido figurado)
    4. Seguimos teniendo un jamón excelente aunque poco publicitado.Con el tabaco terminarán dentro de poco, y la verdad es que la industria casi sigue brillando por su ausencia.
    5. Lo de la recidumbre, me ha llegado al corazón, voy a echarme un vistazo al espejo, a ver si doy con ella.
    6. El Franquismo destrozó Extremadura, pero al final las víctimas siempre resultan ser otros, que se lucraron durante muchos, muchos años y ahora son la bomba... en fin, no me tires de la lengua.
    7. Por lo que veo te ibas a Cáceres y términaste llendo por los Cerros de Úbeda.
    8. Sí, sigue llamándose Avenida de Alemania.
    Besos gordos

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