domingo, 1 de noviembre de 2009

MUSICA EN EL TIEMPO...

Pensaba dar por concluida, al menos por ahora, la pequeña serie de entradas dedicadas a la música pero, vuestros interesantísimos comentarios, me animan a ampliarla con uno más que, eso sí, se aleja deliberadamente del mundo de los recuerdos para entrar en el mucho más complejo de los sentimientos, en los que casi todos habéis coincidido al referiros a mi entrada.


Si, es cierto, la música tiene que ser un sentimiento integral; no se puede escuchar una sinfonía de Mozart como quien contempla el escaparate de una relojería, por muy buenos que sean los relojes. El reloj gusta, Mozart (y otros, por supuesto) te puede llevar al paraíso. Pero eso hay que sentirlo.

Evidentemente, el paso de los años, hace que todas las cosas que han sucedido y suceden en nuestra vida las veamos de otra forma y aquello que nos pareció esencial en un momento, no lo es tanto ahora, cuando nos aproximamos, si no al final del recorrido, si por lo menos, a la puerta que abre el mismo. El sentimiento que inspira la música, por supuesto, no es una excepción.

Hace ya bastantes años, siendo aún adolescente el entusiasmo que me producían ciertas obras, casi siempre relacionadas con los compositores románticos, tanto por la época en la que fueron compuestas, como por el tratamiento de las mismas, me trasladaban a un mundo de figuración, de exaltación, casi, o más bien sin casi, me provocaban una revolución interna que tenía que convertirse necesariamente en un acto externo.

Las notas, que me parecían sublimes, eran capaces de excitar mi conciencia, de prepararme para actuar en cualquier campo de batalla, como una especie de héroe al que los dioses habían ungido para liberar a pueblos oprimidos o desfacer todo tipo de injusticias y entuertos.

Sin embargo, pasó el tiempo sin que desgraciadamente lograra alguno de estos objetivos, aunque he de decir, en mi descargo, que, al menos, hice algunos intentos que resultaron, ciertamente estériles y muy decepcionantes.

Y, ese mismo paso del tiempo, también relativizó mis preferencias musicales. No es que las obras de mi adolescencia me hayan dejado de gustar, es más, aún hoy las escucho con verdadera devoción porque fueron las compañeras de la que es, posiblemente, la mejor parte de mi vida, la menos contaminada. No es por tanto una cuestión de gustos.

Sencillamente han dejado de ocupar el lugar de exclusividad, de privilegio, han cedido algo en su ímpetu para dar paso al sosiego. Y donde antes los alegro con fuoco románticos eran la fuente que inspiraban mis pensamientos, poco a poco fueron sustituidos por las templadas notas de los barrocos: los adagios inconmensurables de Albinoni, Juan Sebastián Bach, Marcello. Corelli, etc. La paz hecha música.

Esta misma mañana he escuchado la Pasión según San Mateo y, como casi siempre, he llegado a la conclusión de que, efectivamente, si dios no existe, era necesario inventarlo para que Bach pudiera hacer lo que hizo.

Claro que han pasado muchos años y esa evolución no ha sido repentina. No soy, por tanto, un converso, porque no he renunciado a nada, ni he cambiado de gusto, sencillamente he ampliado, afortunadamente, mi espectro. También la tolerancia ha llegado a este campo.

Pero, de la misma forma, observo que ya hay algunas obras que me resulta difícil escuchar porque me producen una emoción que me desasosiega profundamente. Obras que son especialmente sobrecogedoras y caen como una losa sobre el ánimo de quien las escucha. También me sucede con algunos poemas, especialmente de Leopardi, por ejemplo. La angustia se apodera de mi pensamiento.

Por volver a la música, que es la que justifica este texto, es difícil escuchar sin pesadumbre la tercera sinfonía de Górecki, o “lucevan l’stelle de Tosca. No es la música la que ha cambiado, lleva a siendo la misma desde hace muchos años. Es que yo me hago indefectiblemente más viejo cada día que pasa.


11 comentarios:

  1. En este Domingo tarde... Un Adagio es lo que escucharía, es más voy a buscar el de Albinoni.. y lo escucharé pensando en este Post tuyo, hermoso, de entrega de una parte de tí...

    Un beso,Txema, leggero, molto..

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  2. Cuando escuches el adagio, yo lo sabré. Cuando pienses en este post también lo sabré...

    dolci bacci, languide carezze...

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  3. También quiero, querido Txema, que lo sepas cuando yo oiga alguna de las piezas de las que hablas. En mi caso, no se si las preferencias musicales tiene que ver con el trascurso del tiempo. Yo creo que no. Tiene que ver con mi estado del alma. Ella es la que elige por mi la música en cada momento.
    Bonita entrada
    Espero que ya estés recuperado del todo
    Un beso en un domingo que ya va finalizando, lamentablemente

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  4. Tengo una opinión al respecto. Quizás no sea la de la mayoría, me baso en experiencias propias e investigaciones que he acumulado a lo largo de mi vida.
    Pienso que la emoción o los sentimientos que provoca un tema musical o un poema, son aquellos que el autor sintió al componerlo o escribirlo, correspondientemente.
    Saludos.

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  5. Clara, puede ser que tengas razón, sobre todo si es un hecho empírico, pero, eso, significaría que el lector o el que escucha, tendría que ser capaz de interpretar lo que el autor quiso decir en cada instante y no sé si eso es siempre posible.

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  6. Pues yo también te animo a seguir con esta serie de posts. La verdad, son un oasis de paz entre tanto blog monotemático y machacón. Indudablemente, me quedo con la música.

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  7. Menda, muchas gracias por tus palabras. Me animan a continuar y compruebo que este interesa, aunque cada vez tengo menos visitas, más que lo monótono.

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  8. Siento llegar la última a comentarte Txema.

    La verdad, es que yo también te animo a seguir con los artículos dedicados a la música, son todos fantásticos

    Besitos y abrazos

    Sara

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  9. Hola, Txema

    Veo que ahora tus posts van dedicados a la música.

    Las notas de las sinfonías no cambian, creo que somos nosotros los que tenemos distinta percepción porque nuestra percepción interior cambia por la edad.

    Un beso, Txema.

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  10. No te preocupes Sarita. Pero es cierto que me extrañó tu "ausencia". Ya eres de las fijas.

    María, tienes razón. La edad cambia nuestra percepción de muchas cosas y de muchos sentimientos. Como la música es puro sentimiento no puede ser ajena al cambio.

    Me alegro de que escribas comentarios, porque significa que estás mejor.

    basillos a las dos

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  11. Qué bonito este post, Txema! Perdona que no te haya dejado un comentario antes! No lo había visto hasta ahora!! Me ha encantado!

    Si miras nuestro blog, verás que hay una cosita que igual te gusta...

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