sábado, 23 de julio de 2011
LA MUERTE DIGNA
Tras leer a María Jesús, de Paradela, mujer sabia de la que siempre se aprende algo, he recordado que, al igual que ella, soy de los que siempre tengo presente la muerte. Pero a diferencia de ella, sí con tristeza y aún más con horror.
Tal vez, sólo tal vez, la palabra exacta no sea horror a la muerte, sino a sus prolegómenos, a la forma en la que se anuncia y se va desarrollando. En definitiva, es miedo al dolor insoportable, al sufrimiento innecesario.
Por eso, no entiendo a quienes se oponen, por el motivo que sea, a que las personas enfermas sin posible solución científica, la única en la que creo, puedan decidir de acuerdo con la Ley la elección una muerte digna de forma absolutamente libre.
No entiendo que por motivos, supuestamente morales, se quiera prolongar artificialmente la vida, incluso contra la voluntad expresa de quien padece. Rechazo categóricamente que esto pueda llegar a imponerse como norma legal.
También es posible que en esto influya el hecho de que, desgraciadamente, he conocido en primera persona, el sufrimiento que supone alargar sin necesidad la agonía de alguien, a sabiendas de que todo lo que se hace no es para buscar una solución médica, sino para prolongar la vida inútilmente.
“No se preocupe, no está sufriendo”. Esta frase, a la que acuden los facultativos para justificar su actitud, posiblemente, en la mayor parte de los casos, con la mejor intención y para tratar de aliviar la pesadumbre, olvida que el sufrimiento se traslada automáticamente a otras personas que, desgraciadamente, en muchos casos no son atendidas por nadie.
Horas y horas en habitaciones de hospital, en plantas de cuidados paliativos, viendo como cada día alguien que ha estado a tu lado ya no está porque ha fallecido, compartiendo y siintiendo otros dolores que no te son ajenos, con los que te llegas a identificar.
Si, reconozco que me horroriza la posibilidad de llegar a ser una carga adicional para alguien y, por ello, no entiendo a quienes por cualquier motivo querrán impedirme evitar a otros ese sufrimiento innecesario. Así que quiero elegir.
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De nuevo un post redondo.
ResponderEliminarSi existe piedad para los animales queridos, ¿por qué no con mucho más razón para los humanos. Yo también quiero poder decidir en su mo,neto y también me aterra ña enfermedad y el sufrimiento.
. Nos vemos hoy en Sol. Un abrazo
Eso también me horroriza a mi, Chema.
ResponderEliminarPero yo tengo una especie de convenio con la gente que me quiere y, por un lado no tengo miedo al suicidio y los que me rodean tampoco: si no puedo suicidarme, me suicidan.
Al menos, eso espero.
Porque en este país de meapilas es difícil esperar que acabe saliendo la ley, mandando Rouco. Todo consiste en tener escrita una carta en la que anuncias que te suicidas. Nunca entendí tanta historia con Sampedro (ya viste que al final quedó en nada, por lógica), ni la elección tan difícil y dura, habiendo tantas formas menos crueles y que te hacen sumirte en el sueño.
Quizá esté en nuestros genes, porque ninguna de las hermanas (y somos cuatro) tiene miedo a la muerte.
(gracias por nombrarme, como haces con frecuencia)
Si no nos dejan elegir la dignidad en la muerte, nos roban gran parte de nuestra esencia humana.
ResponderEliminarpor lo menos ya que nos matan nuestros ilusiones y nuestros sueños que nos dejen morir dignamente, un besin de esta amiga admiradora.
ResponderEliminarEn el fondo creo que todos tenemos ese miedo. Nos han enseñado a vivir pero no a morir.
ResponderEliminarUn saludo
El suicidio va contra natura. Tenemos que aceptar nuestro destino y aceptar el sufrimiento como parte del aprendizaje que supone vivir. Porque pienso que hay algo más y tanto el homicidio y como el suicidio traen malas consecuencias para ese espíritu y para el que lo realiza.
ResponderEliminarYo soy partidaria de no prolongar la agonía artificialmente. Dejar hacer a la naturaleza.
El cuidar a personas enfermas a las que quieres no debería ser una carga.
Es mi opinión.Respeto a los que opinen diferente.
A mi me pasa lo mismo con respeto a la muerte, no me importa morir, aunque no lo deseo, pero si tiene que venir...
ResponderEliminarYo lo que temo es el sufrimiento innecesario, el llegar a ver a los que me quieren sufrir por mi culpa.
Con tu permiso, Txema, respondo, por alusiones, a María.
ResponderEliminarContranatura es un término que , con frecuencia, utiliza la Iglesia Católica para meter miedo. Contra la naturaleza de lo que predican obran ellos que predican la humildad y son soberbios, predican la pobreza y acumulan tesoros y predican la pureza y practican la pederastia(evidente mente, no todos).
Contra lo que va el suicidio es contra el instinto, concretamente contra el instinto de supervivencia. Pero mucho me temo que la Iglesia ha predicado también que no podemos obrar por instinto (aunque ellos a veces lo olviden). Con relación a la naturaleza, hace veinte años que vivo en ella y aprendo de ella cada día. Y creo que los animales siguen las leyes de la naturaleza, todos. Y , porque las siguen y no hacen caso de predicaciones y sermones, el escorpión, cuando se ve rodeado de fuego, se clava su aguijón venenoso: se suicida.
Y yo, que debiera ser más racional que un escorpión, ¿debería consentir que los míos, aquellos que me quieren, sufran cada día si tengo la desgracia detener una enfermedad degenerativa irreversible? El sufrimiento propio es soportable, pero que los demás deban sufrir nuestro sufrimiento y deterioro me parece cruel. No hay ningún Dios que pueda pedirle eso a un ser humano.
Gracias a todos por vuestros comentarios y, evidentemente, no necesitáis mi permiso para debatir.
ResponderEliminarsaludos
Desde luego que al entrar la medicina a formar parte de la humanidad, la misma humanidad ha cambiado. La iglesia se opone a todo lo que tenga que ver con la medicina en aquellos aspectos como el aborto, la investigación celular tratados estos adelantos como eugenesia. Si en la medicina se ha hecho bastantes adelantos para paliar el sufrimiento y el dolor, no es gracias a Dios, sino gracias a la ciencia. Por tanto, si una persona llega a tener una enfermedad que le degrada hasta el punto de que no tenga la calidad de vida suficiente, es aconsejable en estos casos dejar de paliar el dolor, es decir, en estos casos dejar de aplicar la medicina y dejar actuar a la naturaleza por muy dolorosa que esta sea. Nadie en esta situación dejaría sufrir a un enfermo, intentaría acabar con ese sufrimiento.
ResponderEliminarPero la iglesia sabe mucho de sufrimiento y no desea que nadie le quite el puesto. Ni la ciencia, claro está.
También con tu permiso, ahora sí me dirijo a María Jesús, antes no había leído su comentario y por tanto el mío no iba en ese sentido. He manisfestado mi opinión sobre "la muerte digna".No pertenezco a ninguna Iglesia ni me he referido a ninguna religión, ni a ningún dios. Tengo libertad para pensar lo contrario igual que usted y soy muy feliz cuidando a dos familiares enfermos. Nada más. ¡Que tengáis un buen domingo! Y perdonad si en algo os he ofendido, no era mi intención.
ResponderEliminarLa muerte nos acosa desde el momento del nacimiento. A partir de aquí resulta conveniente ir tomando las medidas apropiadas en cada momento y precaviendo las posibles vicisitudes. Si a pesar de ello la definitiva nos sorprendiera, conviene pensar lo parecida que es a un magnífico sueño, tranquilo. Pensar de forma nihilista también ayuda a eliminar la angustia de su presencia. Beso.
ResponderEliminarMaría, creo, y espero, que nadie se haya podido sentir ofendido por lo que has escrito.
ResponderEliminarEn todo caso, cada cual puede expresar libremente su opinión, siempre y cuando sea respetuoso con las demás personas que participan, como ha sido hasta ahora.
Saludos
Sí hay algo que tengo clarísimo, de las pocas que tengo, es que la muerte no me da miedo para mi misma, antes de sufrir o empezar a perder facultades mentales,iré de puntillas a llamar a su puerta no esperaré a que venga, no me fio del testamento vital que ya redacté... no elegí nacer, pero nadie me sacará el derecho de elegir cuando quiero morir si las circunstancias me son adversas.
ResponderEliminarUn beso, vital.
Yo en absoluto me siento ofendida, solamente he tratado de expresar mi forma de pensar y entender, pero, digo lo mismo, si mis palabras ofenden, retiro las palabras, aunque mantenga la forma de pensar.
ResponderEliminarMartine, ya veo que tú también tienes claro lo del testamento vital. Creo que sí tenemos derecho a evitar sufrimientos innecesarios.
ResponderEliminarBesos, igualmente vitales
María Jesús, me alegro de que no estés ofendida y creo que tampoco los demás lo estarán.
ResponderEliminarSencillamente has expuesto con total libertad tu ideario, de la misma forma, que lo pueden hacer todos los que por aquí pasan.
saludos
No tengo miedo a la muerte y estoy en contra de cualquier prolongamiento de vida artificial.Para mí no lo deseo y así lo he expresado. Deseo una muerte digna, sin sufrimiento innecesario, con todo el sostenimiento paliativo para ello.
ResponderEliminarUn abrazo
La muerte.... Nacemos para llegar a ella....es la que nos iguala...pero ni en el sufrimiento somos libres de elegir...
ResponderEliminarMyr, Historiador, gracias por comentar.
ResponderEliminarSaludos
Abiertamente y sin tapujos, soy partidaria de la eutanasia o "muerte digna". Si lo era desde hace mucho, dos casos en mi familia, muy cercanos (mi abuela y mi padre), me demostraron a las claras que es lo más digno y caritativo hacia los seres que amamos. Porque no es soportable resistir una agonía de siete meses tras cuatro años de padecimientos sucesivos, quedarse en veinte kilos, desear la muerte como un oasis donde se deje de padecer. Es terrible el sufrimiento, tanto para el afectado como para quienes lo aman.
ResponderEliminarIsabel, estamos de acuerdo.
ResponderEliminarBesos